Un año más, la pava no se ha librado este viernes de caer al vacío
desde el campanario de la parroquia de Santa María de la Magdalena de
Cazalilla con motivo de las celebraciones de la festividad de San Blas.
Sin embargo, esta vez no ha llegado a manos de nadie, ya que tras un
corto aleteo se ha parado en el tejado de la iglesia.
El temor de dañar la techumbre (y la presencia, habitual, de los
ecologistas) ha retenido a los vecinos del municipio jiennense en el
suelo, a la espera de que el animal decidiera bajar por propia voluntad.
"Esa no baja hasta que no se despeje la plaza, ¿no ves que es la misma del año pasado y sabe mucho?"
comentaban los lugareños.
Las fiestas de San Blas incluyen actuaciones, exposiciones,
pasacalles y eventos deportivos, además de la misa y la procesión del
Santo, tras la cual se lanza una pava viva desde el campanario para que
se la quede quien la alcance, una tradición que se mantiene en la
actualidad a pesar de la polémica que levanta año tras año.
Así, hace unos días, la Asociación Andaluza para la Defensa de los
Animales (Asanda) anunció que estaría "vigilante" para constatar
si se producía el lanzamiento y, en ese caso, interponer la
correspondiente denuncia, que normalmente deriva en una sanción
administrativa de 2.001 euros (el mínimo aplicable) para el joven que
arroje al animal.
La multa no le quita el sueño a ningún vecino, ya que semanas antes
de la fiesta se hace una colecta para pagarla entre todos
y, de esta manera, no perder su fiesta, con la que consideran que no
están dañando a nadie, incluida la protagonista.
La costumbre de lanzar un ave desde el campanario asociada a la
festividad de San Blas, patrón de la villa, podría remontarse a finales
del siglo XIX o principios del XX, cuando dos familias enfrentadas se
reconciliaron al casarse, el 3 de febrero, el hijo de una con la hija de
la otra.
Otra teoría, sin embargo, sitúa el origen de esta tradición en los sorteos
populares con los que las cofradías de ánimas de muchos lugares de la
provincia recaudaban fondos para sus fines.
Sea cual sea la versión real de la historia, lo cierto es que la
tradición se ha mantenido en el tiempo, al igual que otras menos
polémicas, como la utilización de roscas de pan bendecidas por el santo
como remedio para curar la tos.
Noticia sacada de:
¿Y quiénes son los animales?
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