jueves, 2 de febrero de 2012

Ella es vegana.


Hoy le comentaba a mi madre que me estaba pensando seriamente en dejar de comer carne y me dijo : "Sí como aquella vez que me estuviste dando el coñazo y luego comías lo que te daba la gana".

Aquella vez debía tener veinte años recién cumplido y me limité a comprar un libro de recetas vegetarianas y dar el coñazo a mi madre. Ahora ha pasado mucho tiempo. Tengo la madurez suficiente para saber lo que quiero y he de ser coherente con ello.

En estos últimos meses he conocido a una chica. Ella es vegana.

No es que tenga tan poca personalidad como para conocer una chica y querer impresionarla haciéndome vegana. Tenemos una edad y ya no compramos entradas para el concierto del grupo que a ella le gusta cuando antes ni sabías de su existencia. Ni para recitar de memorias los poemas de Rimbaud y creerte intelectual. Ni siquiera para asentir cuando quieres negar. Por eso no se lo voy a mencionar. Creo que voy a evitar comentárselo a nadie. No sé porqué pero no quiero.

Ella es vegana.

Los veganos tienen una autoridad moral que termina molestando a los que, como yo, comemos muertos. Han convertido una opción de vida más que en una filosofía en una religión y, quieran o no, evangelizan sin pretenderlo. Constantemente. Supongo que ellos no están de acuerdo. Quizás simplemente somos nosotros los que nos sentimos enjuiciados con su presencia porque sabemos el sufrimiento y el dolor del que somos cómplices.

Si un hombre aspira a vivir una vida más amorosa y espiritual; su primera decisión debería ser la de abstenerse de matar y comer animales”.
León Tolstoy. Novelista Ruso.

Ella no me ha convencido de nada pero su presencia en mi vida ha hecho plantearme qué soy yo y qué quiero ser. Pone ante mí mucha información que devoro con ansia y me devora el alma. Preguntas que ella lanza al vuelo sin pretenderlo y yo cazo con ingenuidad. Ella muestra el camino y yo sola comienzo a andar.

Gracias A.

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